lunes, 1 de enero de 2001

Lectura 8

 


Sobre Todo Nada
Miguel Albero
Madrid, Visor, 2011.
96 págs.


     

Un heterónimo, Roberto Bunín,  profesor de filología enfermo de cáncer, escribe su único poemario desde la cama del hospital antes de morir. De esta forma Miguel Albero presenta un conjunto de poesías vinculadas por la presencia constante de la muerte y del dolor, y del funcionamiento despersonalizado del sistema sanitario. El enfermo se sitúa ante el sufrimiento, pero lo hace desde un prosaísmo poco arriesgado, desde la supeditación de todo el contenido lírico al plano narrativo de un monólogo que únicamente atrae en cuanto que derrumba una serie de tópicos en torno a la enfermedad mortal, a la vivencia del otro desde la inminencia de la nada. Si hubiera adoptado la forma de un cuento, su resultado hubiera sido más creíble. El verso existe como versículo, que descubre una tímida musicalidad por las rimas asonantes que esporádicamente vienen a dar un cierto ritmo a la lectura. Pero eso no impide, sino más bien refuerza una lectura lineal, sin metaforismos, sin intuición, sin sugerencia. La poesía que se pierde en la búsqueda de la imagen insólita es tan simulada como la del prosaísmo rectilíneo. A veces un prosaísmo culturalista puede salvar los trastos, pero aquí ni siquiera existe esa pretensión.

 
Lo más interesante es el tono irónico y desmitificador de su pensar sobre el dolor. Rompe una visión fácil de ternura compasiva y paternalista, manera de tratar al desahuciado tanto desde la institución hospitalaria como desde la familiar, esta última apenas presente. Existe una constante y reiterada falta de esperanza de vivir, lo lque se plasma en amargura, en desprecio hacia los que no entienden la necesidad del que pide la nada como solución más digna. El enfermo poeta se siente un conejillo de indias, objeto de burla, de la innecesaria prolongación de la vida, donde los demás presienten la muerte pero prefieren el silencio y una retórica de ocultación. Una vez pasados los primeros poemas todo se repite:  la reiterada afirmación de que no hay cura, de que se es un cobaya, de que no hay futuro, de que la vida está fuera de la habitación 233, de que los médicos son seres ajenos, pintados como matasanos, y el paciente como un enemigo sometido y humillado… La eutanasia es un grito hacia la nada que es la liberación, «Lástima que no hayan tenido la delicadeza / De cortarme el suero para siempre» (Muda, pág. 79), pero se trata de una petición de cancelación del dolor físico y de la degradación innecesaria. No existe una reflexión sobre los sentidos y los significados del enfermo desahuciado que busca la nada y de la nada como posibilidad de la poética, simplemente hay una queja y una fe en la muerte liberadora, a la que llama continuamente y  que nadie quiere responde en su entorno. La dureza del libro consiste precisamente en ese reconocimiento angustiado del estar solo,  que nadie pueda compartir la desolación de lo que él ve claramente. Pero esa imposibilidad recurrente de encuentro con ese otro, es al mismo tiempo lo que provoca una sensación de distancia, de ficción, de artificio no creíble que difícilmente puede vincular al lector y convertirlo en ese otro posible.

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